Extractos de la entrevista del escritor en el programa «La Juguera», de Radio Valentín Letelier
“El detalle central de ‘Esplendor’ es cómo el arte con la vida chocan, la relación crítica del arte con la vida, como si la práctica del arte tuviera algún tipo de problema con la vida normal. Los cuentos intentan dar esta suerte de visión múltiple sobre esta relación extraña entre el arte y la vida. La vanguardia literaria siempre quiso sumar el arte con la vida y resulta que es muy complejo, siempre terminan locos o muertos… Piensa en Van Goh, Maiakovski, Rimbaud (…)
“A mí no me gusta mucho la definición de artista maldito, de 1870. Tiene que ver con una especie de condena que llevaría el artista. Es bastante idealista y romántico casi, pero yo prefiero pensarlo como algo más formal y objetivo: hay un punto en que la práctica del arte te hace ciego y sordo a ciertas cosas que la otra gente sí puede ver más normalmente o más tranquilamente. Terminar su vida viejo y tranquilo en una gran casa, es cosa que a los artistas por lo general les cuesta mucho hacer, con honrosas excepciones (…)
“Está primero esa visión del artista, como esta especie de oficio limpio, pero cuando pones en juego las energías que están dando vueltas ahí, lo que ocurre no es lo que uno desearía: el arte sublime, o la belleza del arte, sino más bien esta suerte de energía destructiva. Williams Burroughs decía que el lenguaje es un virus del espacio exterior; los medios artísticos en general parecen fuera de este mundo y que se metieran en el mundo de tal forma que como que rompen algo. Hay una metáfora de Hölderlin o Novalis, no recuerdo, que se refiere a que el rayo sagrado (la inspiración) es muy fuerte y los hombres son hechos de barro y lo más esperable es que la vasija de barro se rompa por esta inspiración (…)
“Obviamente estas cosas son muy extremas y no es mi idea decir que el arte es una cosa terrible, pero en general uno tiende a ver que hay una energía destructiva en el arte también; no es solamente el tema bello y constructivo, sino que para el mismo artista hay ciertos costos profundos (…)
“Me gustó tener la capacidad para decir esto con cuentos entretenidos y que no sean tratados de filosofía ni nada parecido, sino que se lean con cierta amabilidad. Son los cuentos que yo querría leer”.
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