Por Néstor Flores Fica, autor de «Cabeza de iguana» y «Barcelona» (Puerto de Escape, 2007).
Publicado en http://puerto-de-escape.cl
Primero que todo, debo reconocer que habían pasado años desde que no llegaba a mí un libro con mejor título. Y aunque es evidente que el nombre de una publicación no da pie para anticipar su calidad literaria, ‘Variaciones sobre la vida de Norman Bates’ de C. Faúndez (Narrativa Punto Aparte, 2010), junto con ser uno de los títulos más sugerentes que se pueden encontrar hoy, génesis de enormes expectativas, es un libro que se mueve como pez en el agua, dejando fácil atrás a otros cargados de párrafos llenos con postulados filosóficos que cuestan comprender, por una parte, y desvían la atención del relato, por otra. C. Faúndez va al grano, y eso se agradece.
Omitir largas descripciones y darle duro a los sucesos es una opción que vale la pena aplaudir. Y más si lo hace desde el comienzo, con ‘La Mujer Imposible’, cuento que relata la historia de cierta dama que por momentos más parece hombre, al preferir, por ejemplo, pavimentar el patio y poner una mesa de pool para ahorrarse la lata de regar las plantas. Esta mujer quiere y no quiere con su enamorado, Fagestrom, que batalla por la resurrección de una difunta avecilla, llamada ‘pájaro’ en el cuento, uno de los reverberantes simbolismos del libro.
Esto sucede cuando “Tres Poetas deciden armar una Bomba’ que es el cuento de un francotirador montado en el paseo Atkinson, apuntando hacia en la plaza Aníbal Pinto. En rigor, durante el relato no encontrarán a ese poeta, ni al famoso paseo porteño, ni menos a la mencionada plaza, lo que es obvio, porque el francotirador es el propio Faúndez. Y es evidente que para desarrollar esta historia subió al cerro Concepción cargando con un rifle de alta precisión y una mochila colmada de balas. El gatillo ya fue apretado y las balas surcaron el aire. Y dieron en muchas cabezas y corazones de poetas que caminaban por la ciudad. No se darán cuenta de que fueron heridos; no al menos mientras permanezcan alejados de este cuento. Sin embargo, si tuviste la suerte de publicar un libro de poesía alguna vez, o dos o tres, y te creíste poeta por los 15 minutos de fama del lanzamiento, súmate a mí y sé parte de los lectores. Y ríe con este relato, adivinando quién es quién, o retorciéndote de rabia, suponiendo erróneamente que alguno de sus personajes eres tú. Como dice el propio Faúndez por intermedio de uno de los poetas: ‘una bomba es una bomba; no un poema’, y este cuento no es poema: es una bomba.
Una negra apología al amor y al matrimonio es, sin duda, ‘La Sopa de los Ancianos’. Destaca la forma cómo nos enteramos de lo que cada protagonista piensa del otro. Un hombre que por años lee el mismo libro; los arbolitos quemados; un sicario a cambio de 40 poemas; la mujer imposible, y varios simbolismos más del libro, bailan en este cuento una danza oscura, enigmática, imposible de decodificar. Espeluznante y resplandeciente es el diálogo entre hombre y mujer, mientras ella le teje un nuevo chaleco:
– Pero tus chalecos no me quedan a la medida -decía el anciano.
– Cuando seas un perro, te acomodarán -respondía la anciana.
– Nunca seré un perro.
– Cuando te mueras, tus huesos serán comidos por los perros; entonces, ahí habitarás dentro de un perro.
– Tienes razón -concluía el anciano, y proseguía con su lectura.
La batalla del poeta por sentirse como tal prosigue en ‘Los Arbolitos Quemados’, relato dividido en tres breves partes que comienzan con una gran evocación a la mujer imposible de la historia inicial, pero atrapada en la indecisión de una viuda que no sabe si asesinar o no a su vieja madre. Como toda historia, posee imágenes y momentos superiores a otros que ameritan ser recordados a modo de anticipos. Va por eso una joyita de diálogo:
Ellos pusieron un motel para que la gente se ame, con poemas en sus paredes para que los lean y lloren.
– También se presta para la infidelidad -dice el anciano-, y eso no es bueno.
– En la infidelidad también hay un poco de amor -dice la anciana-, aunque sea un poco, y un poquito de amor en estos tiempos se agradece.
La segunda de las historias es, sin lugar a dudas, de fuego. Empieza con un par de brillantes párrafos en los que los personajes se dicen las cosas como si estuvieran en el más negro de los cuentos de Carver. Y sigue igual, a ritmo de Carver pero bajo la pluma aun más irónica de Faúndez.
Siguen, en la tercera parte así como en muchos rincones de esta ciudad llamada libro, los certeros disparos de este francotirador, atreviéndose incluso a dedicar al azar un pequeño diálogo como el siguiente:
– ¿Te gusta el arte?
– No, sólo escribo poemas.
Golpe bajo a varios, pero golpe de los buenos: furibundo y arriesgado. A quien le dé, rodará por el suelo sin querer volver por más. Quien pase libre, reirá de buena gana, pero temerá que el siguiente vaya directo al mentón: pega, Martín, pega, y este Martín pegó fuerte.
‘Variaciones sobre la vida de Norman Bates’ cierra el libro, tras dividirse en cuatro agudísimas partes. En forma escueta no por falta de méritos sino para ser seductor por lo minimalista, ataco cada sección, tras aprender de Faúndez:
‘Taller para embalsamar Pájaros’: deja la siguiente duda ¿A quién le retuerce más la cabeza el imprevisible brazo de la locura? ¿Al maestro o a sus alumnos?
‘El Diario de Norman Bates’: puñales. El pick del libro está acá, después que Norman escribiera el último día del diario. Tras embalsamar animal tras animal, esa parte de su madre que está en su interior arremete con furia: “¡Bastardo, por último las mujeres se lo merecen, pero las niñas no!”
‘La Embalsamada’: junto con ser cuento, es personaje en sí, incluso un personaje lleno de posibilidades que, aunque aprovecha sólo algunas, nos deja la pena de su retorcida inmovilidad.
‘Carta’: respuesta de Norman a una pregunta que la Embalsamada jamás formuló. Hay violencia en ella, y una lectura entre líneas también, como si el autor ya se pusiera en posición de defensa/ataque. El francotirador ha descendido y, sentado en la plaza, le pregunta a los poetas sangrantes si alguien tiene algo que reprochar. O más aun: si alguno se atreve a hacerlo.
He decidido comentar cada cuento y de ellos uno o dos de los hechos más brillantes, sin llegar al final de cada historia. Para eso están ustedes, lectores invitados a entrar a este viejo hotel literario en medio de la carretera de otras narraciones locales que a veces se hace tediosa y nublada. ‘Variaciones sobre la Vida de Norman Bates’ es, por sobre todo, un libro que debe leerse pues, si Hitchcock viviera, lo habría leído como espero que hagan ustedes, y recomendado abiertamente como ahora lo hago yo.