Por Martín Cinzano. Publicado en Carcaj.cl
Latinoamérica. En una universidad de provincia se pretende dar curso a una mesa redonda sobre literatura; los expositores, aún con la resaca de la noche anterior, son cinco; el público asistente, tres (más “el encargado de sonido”). El moderador cuenta o intenta contar chistes; un poeta argentino lee un poema doméstico-minimalista que, según dice, es representativo del quehacer literario de su país; un académico de la misma universidad lee un ensayo sobre Roberto Bolaño y Enrique Lihn; una poeta chilena dice que ella no representa a nadie.
La escena se da en el marco de un festival de poesía organizado a medias por el Estado y una minera privada y es, o puede fungir, como la condensación microscópica de una situación repetida a gran escala en varias universidades, bares, cafeterías, casas de la cultura, librerías y foros de chat atravesando el continente en este mismo instante. La escena también está, con más detalle, en Video killed the radio star, el último libro de Daniel Rojas Pachas.
Divido en tres duetos conectados sólo por el ambiente cotidianamente miserable en el cual se sumergen, el libro transita sin problemas por aquellos mismos formatos que, en algún sentido, o en todos, han posibilitado el cretinismo —y la amistad y la ridiculez— entre los artistas latinoamericanos y las instituciones públicas y privadas abrazadas a la cultura como reconocimiento social: Facebook, periodismo cultural, ponencia, youtube, ensayo sobre literatura y exilio, bolañismo acrítico, editora (cartonera) filantrópica, festivales de poesía y cierto malditismo carretero con apego a la figura vacía del artista de culto. El primer dueto, quizá el más narrativamente convencional, relata por medio de una sucesión de entrevistas parte de la vida de Francisco Balaunde, pintor de vasta obra experimental, por cuya biografía asoma también la historia de los niñitos cool de la Lima de ayer y hoy, visible tanto en la narración misma del pintor como en rotundas notas periodísticas a pie de página (estas últimas, presuntamente incorporadas al texto por un tal “Daniel”, periodista “fronterizo” que a su vez se ve involucrado en una oscura trama de porno casero). Sigue leyendo