Un libro que se recomienda

Juan Cameron (*)

Variaciones sobre la vida de Norman Bates es sin duda y hasta el momento la mejor producción de C. Faúndez. Más allá de esta aseveración, estamos ante una de las mayores producciones narrativas en lo que va corrido del año. Los cinco relatos que conforman esta nueva creación del joven escritor porteño toman el nombre de aquel asesino en serie, personaje de Psycho, el film de Alfred Hitchcock basado en la novela homónima de Robert Bloch. Representado por el actor Anthony Perkins, Bates fue luego interpretado por Vince Vaughn en la versión de Gus Van Sant en 1998 y se ha convertido –o querido establecer por la presión subcultural norteamericana- en un ícono de la maldad; o en su caricatura.

Faúndez elige acertadamente bautizar la recopilación con el nombre de uno de sus relatos. Sus pequeñas nouvelles guardan entre líneas una intertextualidad, a la manera de vasos comunicantes o de repentinos guiños ante el lector. Efervescente, la ironía, la mordacidad y el humor –cuando no el mal humor contenido tras una aparente sonrisa- demuestran su fenomenal capacidad para reírse de sí mismo y de los demás. Pero, al mismo tiempo, la fluidez narrativa hace de sus textos unidades creíbles y muy queribles. Magia, cinismo y absurdo son los elementos destinados a señalarlo como uno de los mejores exponentes en la narrativa joven en un ejercicio para nada sorprendente si consideramos su intenso y perseverante compromiso con las letras. Poeta, narrador, editor y promotor de sus congéneres lo acompaña, desde este sector del país, una producción superior a la década.

La mujer imposible, el primer relato del conjunto, nos introduce de inmediato en esa desopilante escritura destinada a usufructuar de los más preciosos lugares comunes aportados por la narrativa contemporánea. La imagen del amor imposible se cruza con los modelos aportados por Oscar Wilde en El ruiseñor y la rosa (“dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín”). Sólo que, en este caso Fagestrom, su personaje, debe para conseguir a aquella, revivir un pájaro enterrado en su jardín. Faúndez no entrega ninguna ventaja a la estupidez, con cierta fácil actitud quiebra la solemnidad de pronto alcanzada para devolvernos de golpe a la realidad. Este recurso produce una inevitable comicidad: “…y la mujer le dice que es tierno, pero que la ternura puede dejarnos vulnerables en este mundo. Él responde que tiene razón y que en verdad el maldito pájaro está más muerto que la mierda”.

El segundo relato, Esto ocurre cuando tres poetas deciden armar una bomba, permite elaborar una historia a partir de algunas conductas ya conocidas en el ambiente literario. La secreta competición entre aquellos se ve interrumpida por la aparición de un cuarto personaje, la poeta mediocre, quien en su calidad de secretaria de la sociedad de escritores del pueblo, se designa a sí misma como representante en la feria del libro local. La vieja cuestión del premio y del poder vuelve aquí a aparecer junto a los más creativos poemas: “Una bomba es una bomba / no un poema”; y luego, “El campo es el campo / No un poema // Fin”. Esta idea del poema como elemento esquelético cercano al silencio es, además de una broma dirigida a ciertos jóvenes exponentes, uno de los vínculos entre los relatos.

De tal modo en el siguiente, La sopa de los ancianos, los dos viejos que esperan la muerte dentro de la casa son a la vez estereotipos que habrán de reaparecer en el cuarto relato, Los arbolitos quemados. El anciano lee un libro una y otra vez en tanto la anciana teje chalecos para perros; nadie terminará jamás su tarea, que no será otra sino recordar el pasado, un viejo motel que regentaban bajo ese extraño nombre. El establecimiento, sitio de reunión entre la divorciada y el hombre, será también el lugar donde ocurre una inusual estafa de poemas. La divorciada ejerce también el extraño oficio de las letras y bajo una profunda inspiración muestra su primera pieza literaria: “Tu amor es como un arbolito quemado // fin”. Por cierto el hombre la insta a participar en un concurso de nuevos talentos.

En Variaciones sobre la vida de Norman Bates el ícono del mal es ahora profesor de un taller para embalsamar pájaros. El personaje aparece citado en un diálogo del relato anterior y a su vez se vincula a los restantes en la imagen del pájaro muerto y en la descomposición de todos aquellos elementos representativos de la pretendida estructura social. Las cosas se caen pues carecen de una estructura central, pareciera indicarnos C. Faúndez, y aquello puede denunciarse a través de una fenomenal carcajada. Esa es su lección. Como indica la contraportada, se trata de “cinco historias demencialmente bellas y pavorosas, cinco relatos escritos con franqueza feroz, sensibles y mordaces por igual”.

Editado por Narrativa Punto Aparte, en los talleres de Gráfica y Editorial Puerto Alegre, el muy buen diseño de Marcela Küpfer y Eric Carvajal se acompaña con un fragmento del óleo Bosque quemado, de Gonzalo Ilabaca, en un volumen elegante, atractivo y que invita a su lectura. Variaciones sobre la vida de Norman Bates es un libro muy recomendable y debe ser declarado, como la letra de los tangos, lectura obligada para todos los poetas de la zona.

Juan Cameron, poeta nacido en Valparaíso

(*) Poeta nacido en Valparaíso, autor de obras como «Perro de circo», «Poesía dispersa», «Canción», «Versos atribuidos al joven Francisco María Arouet y otros textos desclasificados» y «Treinta poemas para leer antes del próximo jueves».

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Archivado bajo "Variaciones sobre la vida de Norman Bates", C. Faúndez, Crítica

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