Comentario de libros: “Valparaíso Roland Bar: Puerto de la fama y el olvido” de Gonzalo Ilabaca

Por Alejandra Delgado. Publicado en La Juguera Magazine

portada roland bar  (1)“Nunca nadie hará una buena película en Valparaíso mientras ignore las historias verdaderas de los grandes y desconocidos personajes porteños, que sólo pudieron haber nacido aquí”, sentencia el pintor Gonzalo Ilabaca en su libro “Valparaíso Roland Bar: Puerto de la fama y el olvido”. Pero él sí lo logra. Consigue en este puñado de relatos, con espontánea y aguda mirada de cronista, registrar personajes incombustibles del puerto, como Mister Anderson, un retraído y distinguido pensionista del “Garden Hotel”, el Jako, “boxeador, motoquero y empresario de la noche, administrador de la mítica boite que llevaba su nombre”, o la preciosa Mariposa California, prostituta de tetas firmes que “atendía” marineros en el “California Hotel”. Sorprende también la exquisita semblanza realizada al excéntrico músico Alvaro Peña, pionero del rock porteño, convertido en leyenda por tocar junto a Joe Strummer (The 101’ers) antes de que este formara la banda fundacional del punk, The Clash.

-Álvaro usa guantes blancos para tocar el piano guantes que él mismoha zurcido con hilos de colores en los gastados dedos), porque, has de saberlo –y esto es lo más importante-, Álvaro de Valparaíso es un cantante y un músico extraordinario y un cómico y actor de excepción. ¿Lo conoces? No, no lo conoces. Casi nadie lo conoce. Casi nadie en todo el mundo lo conoce. ¿Y sabes por qué? Tampoco se sabe. Quizás él y su música tienen algo de increíble (entonces no le creen) y los que están dentro y fuera del negocio lo ignoran, y como es un cómico innato, se burla él de ellos (o ellos de él).

Este libro fue publicado por primera vez en 1995 por el autor y ha sido reeditado recientemente por el sello Narrativa Punto Aparte, como parte de su colección Expedientes. “Yo iba a hacer una expo de pinturas titulada ‘Valparaíso Roland Bar’ en Santiago, pero no me conseguí la plata para sacar un catálogo de mis pinturas y como era más barato, escribí un libro que yo mismo autoedité. Me dije: bueno, no saldrán los cuadros, pero escuché tantas historias y conocí tantos personajes singulares mientras pintaba, que mejor las escribo. En seis meses lo hice, envalentonado por las energías del asombro que tiene todo forastero que recién llega”, dice el autor.

Desde el Roland Bar, ese emblemático local de la bohemia porteña al que los marineros llegaban para saciar su sed con alcohol y mujeres, y que un incendio hizo desaparecer el 3 de agosto de 1994, Ilabaca habla, pinta y anota. Se convierte sin saberlo, en el último artista en retratarlo. Por entonces estaba arribando recién a Valparaíso junto a su familia y de esas vivencias también da cuenta el registro, matizado con las anécdotas y observaciones que Ilabaca escribe con una pluma rica y fluida, libre de convencionalismos, como si un cuadro estuviera pintando. Interpelando al lector a manifestarse.

“A todos ellos los conocí por ambos motivos, por el negocio de tomarse una cerveza o comprar un pescado, y al mismo tiempo por el ánimo de compartir la vida, de celebrar, que tienen casi todos los porteños”, dice Ilabaca.

“Valparaíso Roland Bar: Puerto de la fama y el olvido” contiene crónicas, retratos, diálogos, fotos, poemas, cartas, canciones, archivos, humor e ironía. Visto hoy en perspectiva, esta edición es un documento histórico, la instantánea vivaz del trajín de un puerto en ruinas, “un libro mapamundi porteño” entrañable.

 

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Archivado bajo "Roland Bar", Crítica, Gonzalo Ilabaca

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