Por Juan Malebrán. Publicado en letras.s5.com
Convengamos, por una parte, en que el norte chileno -más allá del espejismo de progreso que se vende y compra a sí mismo- es un paisaje plagado de personajes grotescos, déspotas e infames. Un escenario extremadamente adverso y casi intratable en el que reina un chovinismo, por decir lo menos, penoso. Y, por otra, en que Juan José Podestá, tocopillano criado y crecido en Iquique, a pesar y/o por esto mismo, ha logrado desarrollar un potente imaginario que, no obstante, está forjado bajo la sombra del cerro Esmeralda, le da la espalda a la postal cavanchina, y decide mantenerse lejos de los aires de gloriosa campeona que, desde hace décadas, hacen agua en la ciudad.
Playa Panteón (Narrativa Punto Aparte, 2015) es un claro ejemplo de lo anterior. Un libro compuesto por nueve relatos en los que -si bien no todos transcurren en el norte chileno- se puede leer el desierto por donde se mire, en un desmarque frente a la nostalgia del puerto y del sacrificio pampino y en pro del tierral, las quebradas y los baldíos. Paisajes en los que sus personajes, figuras ruines e inadaptadas, transitan estrechos recovecos afectados por la soledad, el crimen, la traición y la sed de venganza. Es decir, un panorama que refleja el lado más trunco del norte y sus fronteras, ya sean estas, íntimas o territoriales. Y que logra hacernos pensar, por momentos, y no pocos, en la escritura como un ajuste de cuentas entre la geografía y uno mismo. Sigue leyendo
No parece posible hoy en día pensar en dedicarse a la narrativa sin pasar por el cine. Ya desde Faulkner y Hemingway todos los grandes llegaron al séptimo arte, y por estos lados hasta un tal Fuguet lo hizo. Tengo la sensación de que para un escritor actual existe casi la obligación de ver horas de tele, bajar las últimas series de Netflix, estar al tanto de los estrenos y movimientos de la cartelera de cine, y el desafío último de llegar escribir una película. Insisto: nada nuevo hay en esto. Hace ya mucho tiempo que la omnipresencia del cine es tal que no sólo es un futuro deseable profesionalmente, sino que ha alimentado toneladas de páginas de libros, y es un tópico en sí mismo, pasada incluso la era de la meta-referencia. Lo cierto es que no pude dejar de pensar en estas cosas cuando leí los conjuntos de cuentos de dos colegas que zapatean con fuerza y buen tino en la escena local. 