Por Roberto Bustamante. Publicado en letras.s5.com
Juan José Podestá continúa trabajando una estética que crea diálogos o puentes entre el cine negro, la violencia enquistada y su cuota precisa de humor. Si ya en su primer libro, Novela Negra (Cinosargo, 2010), daba señales de estos cruces con una poesía salida del cuaderno de notas de un detective, ahora profundiza y reafirma el estilo creando relatos suspendidos en la sospecha, con personajes que tratan de sobrevivir a sus implacables pasados.
Podestá muestra de manera expresionista los sucesos en que se ven envueltos sus personajes, a decir: una psicología atravesada por una sociedad violenta y corrupta, de moral ambigua, con la venganza imponiéndose de manera fractal en los relatos. Estas 9 historias están ambientadas en pueblos desérticos y ciudades limítrofes, en el barrio Brasil en Santiago (que el autor conoce como la palma de su mano), lugares donde pasar desapercibido parece casi imposible. La estridente aparición de Jack Nicholson y Al Pacino (¿las cámaras estaban encendidas?) encaja perfecto en su modus operandi para hablar del poder, narrando como un par de gringos viaja saqueando Sudamérica, con métodos distintos pero con los mismos resultados: instalando una universidad privada en Ecuador o con un AK-47 en las manos tratando de recuperar en un Banco de Tacna lo que nos pertenece. Nicholson como soplón del FBI (Los Infiltrados), el ajo cortado en finas láminas gracias a una hoja de gillete (como en Los Buenos Muchachos), así como varias otras escenas que se repiten y que remiten a nuestra memoria hollywodense. Sigue leyendo


