Un forajido se dedica con tierna paciencia a cuidar a su abuela moribunda, a la espera de la llegada de su verdugo. Un equipo de cineastas parte al norte de Chile tras la huella del oscuro pasado de una legendaria actriz. Dos estrellas de Hollywood se convierten en asaltantes de bancos en una desopilante fábula ambientada entre los casinos y puteríos de Tacna. La venganza, la violencia, la huida y la posibilidad de reinventarse en una vida nueva son los temas que aborda “Playa Panteón”, tercer libro del escritor iquiqueño Juan José Podestá, que se inserta en la corriente del relato noir chileno. Ambientados entre el desierto y la frontera, y en clave de homenaje al cine, estos relatos hermanados por el crimen y la provincia transportan al lector hacia tramas intensas, violentas y apasionadas, a veces teñidas de humor y otras, de una quieta amargura.
En el cuento que cierra el volumen, «Playa Panteón (la vida de Juanito Malaparte)», un presidiario relata desde la cárcel, con la satisfacción del deber cumplido, los detalles de su cruel revancha en contra del militar que le arrebató su infancia en una desolada playa de arenas negras en Tocopilla. Lee aquí el texto completo de La vida de Juanito Malaparte.

La inmensidad del desierto, con su pesado manto de silencio y soledad, ha sido un singular y requerido escenario para poetas y narradores que ven en los yermos paisajes nortinos y en la vida de sus hombres y mujeres, acaso una metáfora de un país a veces desolador y duro con su gente. Un espacio propicio para el delirio, el fracaso y la muerte, pero de un encanto único y poseedor de una carga histórica determinante en la historia nacional. Así, desde Neruda a Raúl Zurita, pasando por las novelas de Volodia Teitelboim (Hijo del salitre), Andrés Sabella (Norte grande) y Hernán Rivera Letelier (La reina Isabel cantaba rancheras), han recorrido estos territorios y la vida de sus habitantes en sus obras.
Convengamos, por una parte, en que el norte chileno -más allá del espejismo de progreso que se vende y compra a sí mismo- es un paisaje plagado de personajes grotescos, déspotas e infames. Un escenario extremadamente adverso y casi intratable en el que reina un chovinismo, por decir lo menos, penoso. Y, por otra, en que Juan José Podestá, tocopillano criado y crecido en Iquique, a pesar y/o por esto mismo, ha logrado desarrollar un potente imaginario que, no obstante, está forjado bajo la sombra del cerro Esmeralda, le da la espalda a la postal cavanchina, y decide mantenerse lejos de los aires de gloriosa campeona que, desde hace décadas, hacen agua en la ciudad.