Crítica a «Esplendor», de Carlos Henrickson

Comentario de Marcelo Beltrand, publicado en la sección «La guarida de los libros», del diario La Estrella de Valparaíso.

Enrique Vila-Matas, escribe y dice que dijo una vez Camilo José Cela, que la diferencia entre el cuento y la novela, está sólo en el tamaño. Por otra para Cortázar dice que “el cuento es una especie de fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo grande”.
El cuento, finalmente, tiene un ritmo propio, sus reglas ocultas que sólo al leerlo, sabemos que nos encontramos con uno, con una historia que se arrastra y respira por sí sola, que va creciendo poco a poco, párrafo a párrafo. Y es lo que uno encuentra en el último libro de Carlos Henrickson, ESPLENDOR, libro que reúne nueve cuentos, nueve historias que tiene como hilo conductor, el arte.
ESPLENDOR logra un equilibrio interno, tanto por las temáticas como por el ritmo de cada historia, son relatos que van de lo grande a lo pequeño. Esto es fundamental en un libro de cuentos ya que a diferencia de la novela, este debe ser pensado como un conjunto de historia, donde el todo es más importante que las partes. Reunir cuentos, es construir un ser de muchas cabezas y piernas.
Carlos Henrickson, despliega una pluma sutil, elegante, sin estridencias ni parafernalias. En ESPLENDOR, no encontraremos grandes piruetas estilísticas, solo la historia. Además, es un mérito el ritmo que logra, pues permite apreciar a los personajes, ver que son de carne y hueso, cercanos, creíbles. Esto último, se ha logrado gracias a los diálogos, herramienta que aproxima y humaniza las historias.
Los nueve relatos que contiene ESPLENDOR, engarzan pequeño mundo donde el arte está presente: el arte y los artistas. Así, encontramos historia de artistas fracasado, pintores obsesionados, una cofradía secreta que resguarda obras de arte, o vidas perdidas en sueños pictóricos que no han llega a nada. En fin, las historias recorren el mundo del arte, pero sin luces y champaña, más bien, lo marginal, lo que aún no llega a puerto, lo que aún, es proyecto, promesa y, que en algunos casos, no han concluido.
Decíamos que los diálogos le permiten a ESPLENDOR un acercamiento mayor, entre el lector y la historia, pero hay momentos, que esas mismas voces distraen, confunden y alejan lo central del relato.
Hemingway dice que todo cambia a medida que uno avanza. Eso es lo que da el movimiento que constituye el cuento. A veces el movimiento es tan pausado que parece que nada avanza, pero siempre hay cambio, siempre hay movimiento.
ESPLENDOR logra ese movimiento, provoca el cambio, mientras se avanza en la lectura.

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