Escritor y poeta, Juan Podestá Barnao lanzó su primer libro de relatos “El tema es complicado”, donde se devela se pasean personajes disfuncionales y atribulados, en medio del paisaje seco del norte y algunos rincones de Santiago. Incluso, se plantea la tesis de que el Holocausto nace por culpa de una fe de erratas.
Por Felipe Castro. Foto: Hernán Pereira. Publicado en lanacion.cl, 28/07/2013
Juan Podestá Barnao tiene 34 años y dos libros a su haber: El primero, un poemario llamado “Novela Negra” (2008) y el segundo, un libro de relatos de nombre “El tema es complicado” (2013). En ambos, se pasean torturadores melancólicos, toxicómanos adorables, editores atribulados y una “fe de erratas” de características aterradoras, culpable nada menos que del Holocausto.
Podestá nació en Tocopilla, se crió en Iquique y actualmente vive en Santiago. Los paisajes desérticos, así como los antros, pensiones y rincones de la capital que ha recorrido durante su vida son el escenario de sus poemas y sus historias, pero sin ser determinantes en el devenir de su prosa y ni su lírica.
-Concursos de literatura, familias separadas o disfuncionales, amistades de juventud ¿Qué crees tú que es el factor común que une a todos estos elementos en tu libro y, después, tu literatura?
-El único tema es la historia de un joven de provincia que siempre soñó con ser escritor. Ahora sólo me falta ser uno bueno.
-¿Qué tan importante es lo biográfico dentro de tu proceso creativo?
– No hay ningún escritor que pueda apartar su vida de lo que escribe. Ahí está todo.
– Eres de Iquique, del norte y eso queda claro al acercarse a este libro. ¿Existe una literatura regional? ¿Una literatura iquiqueña o nortina, por ejemplo?
-Como toda la vida se nos filtra en el trabajo, es inevitable que el desierto, los olores, los colores del norte aparezcan en un libro de un nortino. Respecto de lo otro, me parece que los escritores de la capital se pasan un poquito a caca. Les falta una buena sacada de chucha. Miran a huevo a todos.
-Este es tu segundo libro publicado, tuviste los relatos guardados por años. ¿Qué te animó a publicar?
-Me animó a publicar el hecho que la editora Marcela Küpfer se haya interesado en mi libro. Ella corrigió cuentos y realizamos un trabajo serio de edición.
-¿Cuándo ves uno de tus cuentos y dices “está listo”?
-Siempre, pero siempre, un cuento puede ser mejor. La decisión de ponerle punto final es una cuestión ética, nada más. No estética, porque de otra forma uno jamás acabaría de escribir un relato.
-Eres periodista de formación, ahora estudiante de literatura ¿Qué tan importante es el acercamiento a la literatura desde la teoría?
-En estricto rigor no sirve para nada. La teoría, eso sí, entrega herramientas para leer algunas cosas, para entender otras, pero para crear, nada. Aunque, pensándolo bien, uno siempre puede aprovechar ciertas herramientas o conocimientos. Como el acto creativo es omnívoro, puede canibalizar a la teoría. Entonces corrijo: sí sirve de algo la teoría.
-¿Existe una desconexión muy grande entre la academia y la realidad?
-La misma que hay entre una sala de clases y una plaza de población.