Por Patricia Espinosa, publicado en LUN 08.08.2014
En un contexto donde la escuela, los medios masivos y el mercado han construido un tipo de lector imposibilitado de acceder a escrituras complejas, y donde buena de lo que se publica pareciera querer satisfacer sólo a ese lector estándar, explorar escenarios distintos sigue siendo un acto de rebeldía lleno de sentido. Random se instala en el cada vez más reducido territorio de la experimentación con una novela prolija en su empeño por desviar la noción de centro, a partir de la proliferación de ficciones empapadas de perversión.
Random es un volumen conformado por 54 fragmentos numerados de manera aleatoria, que contienen el nombre de una banda musical o un cantante, uno de sus temas y el tiempo que éste dura: “Sonic Youth / Peace Attack / 6:09”. Así, entre otros, aparecen Johnny Cash, Rob Zombie, PJ Harvey, Talking Heads, Blondie y hasta Los Blops, conformando no sólo la banda sonora del protagonista, sino el correlato germinal de cada uno de los fragmentos centrados en la maldad, el desamparo y la rabia.
Si bien es cierto que el libro opera destruyendo la presencia de ejes narrativos, aun así queda en pie un protagonista. Oculto, subsumido en una diversidad de historias, el personaje que oficia de escritor es el articulador del volumen. Lo atractivo de esta propuesta es el intento de ahogar al personaje, de arrastrarlo hacia una posición secundaria, mediante la presencia de historias paralelas, ficciones generadas por él mismo, aunque encubriendo su autoría.
Este personaje central, cuya presencia es la más fuerte y constante dentro de la totalidad del volumen, es un escritor nacido en Perú que vive en el norte chileno con su familia, tras ser abandonado por el padre, que armó una nueva vida en Lima. No sólo la imagen de un padre maldito acosa al protagonista, sino también su condición de escritor, profesor y gestor cultural, actividades que asume sin grandes expectativas, como no más que una forma de ganarse la vida, pero que representan un calvario, ya que debe aguantar la petulancia de los malos escritores capitalinos, la idiotez de sus alumnos ingenieros comerciales y la vaciedad de los eventos literarios.
La complejidad psicológica del escritor es uno de los puntos altos de esta narración: confiable, en apariencia, y lleno de odio en lo íntimo, odio que parece materializar a través de su escritura. Así, se entrega a la producción de relatos donde puede golpear, violar y asesinar a esa manga de seres que simbolizan la decadencia de la literatura y el mundo. Pero el acto de escribir también se encuentra fracturado. Por un lado, le resulta aborrecible la creación; por otro, le resulta imprescindible para sobrevivir.
En las historias paralelas, el énfasis está puesto en configurar la degradación social materializada en un contexto donde resulta común la presencia de adolescentes asesinadas, hermanos incestuosos, una poeta asesina serial, prostitución infantil, homofobia escolar y adicción al porno. Es decir, un mundo lleno, saturado, de una violencia sin control alguno.
Rojas Pachas construye con rigor y profundidad una trama cuyo vector central es la violencia inserta en lo más profundo del tejido social. Random logra concitar un repertorio de microficciones por donde el mal avanza sin contemplación alguna, llegando incluso a contaminar la figura del escritor, de quien ya no se puede esperar que esté del lado de lo alto o sublime, sino que se ha convertido simplemente en otra figura de la infamia.