Por Ramón Díaz Eterovic. Publicado en Punto Final N° 843, diciembre de 2015.
«Playa Panteón» (Editorial Narrativa Punto Aparte, 2015) de Juan José Podestá es un valioso aporte al desarrollo de la narrativa criminal que en las últimas décadas se ha constituido en una expresión reconocida y valorada en el ámbito de la literatura chilena. De ser una forma literaria menospreciada, hoy tiene una presencia innegable en narradores que, como en el caso de Podestá, la asumen como medio para dar cuenta de ciertos ámbitos de nuestra realidad que sólo pueden ser asumidos a través de historias en las que la violencia y la marginalidad juegan roles significativos. Es el caso de la frontera norte de Chile, de ciudades nortinas donde algunas lacras como el narcotráfico tienen presencia brutal y cotidiana en la vida de sus habitantes.
Al leer los cuentos de Podestá pensé que su forma de abordar la narrativa criminal tiene alguna relación con la narrativa que se generó en Francia desde los años sesenta en adelante, cuyo principal exponente fue Jean Patrick Manchette, apra quien la novela negra no era un mero artefacto de entretención sino que una incursión al lado oscuro de la sociedad y un medio para denunciar que el engaño y el dinero son dos elementos que permiten comprender el actuar de quienes ostentan el poder desde los gobiernos y los grandes negocios. Lo anterior lo comento porque en los cuentos de Podestá casi todos sus personajes son seres que viven al margen y con destinos que aparecen acotados en el tiempo y la esperanza.
Ya la primera historia del libro -Un pueblo»- nos remite a un delincuente acosado que mientras cuida de su abuela que vive sus últimos momentos, siente que al igual que a ella, la vida no le deja mucho margen para la esperanza. Por eso, cuando fallece la única persona que lo vincula a un precario mundo de afectos, decide que ya es tarde para huir de la policía y de los delincuentes que lo buscan, se sienta a esperar que todo lo que tenga que suceder, suceda de una vez. «Un pueblo» es un cuento de una notable factura en el que la tensión que embarga al protagonista tiene una relación muy bien lograda con los últimos sentimientos de afecto que puede tener un hacia otra persona. También el protagonista del cuento «Bajo monte» es un hombre sin destino. Un delincuente que huye por el desierto y que sabe que su huída sólo podrá retardar por un breve tiempo lo que es inevitable. Sigue leyendo