Por Gonzalo Ortega
Daniel Rojas Pachas, escritor ariqueño y creador de la revista y editorial Cinosargo, trabaja desde el extremo del país impulsando lo distante y diferente. En una entrevista se refirió a la imagen cliché de la literatura nortina “atada a una estética melancólica ligada al trabajo minero y el paisaje del desierto”, para profundizar que “la situación es mucho más compleja y rica en cruces y migraciones: primero, los derivados del intercambio entre las ciudades fronterizas de Bolivia, Chile y Perú y, luego, por los diversos mecanismos y procedimientos que transgreden géneros y realidades”.
Esa transgresión de géneros y realidades se percibe en Random, novela experimental donde la estructura va desplazándose entre el protagonismo de un escritor y gestor cultural y sus escritos. Escritos que cobran tanta vitalidad y fuerza que, a veces, relega la vida de su creador.
Los párrafos donde el escritor expone sus recuerdos desordenados, van antecedidos por un título que señala un grupo o cantante (Mr. Bungle, Placebo, PJ Harvey, The Ramones, Joy Division, etc.), con su canción y duración correspondiente. Esta lista se une al estado anímico como piezas nostálgicas y destructivas. La rabia de la memoria traza una infancia en Lima, bombardeada de explosiones y autos elevándose al cielo, mezclada con la fragilidad asmática y el encierro social del protagonista. Se agrega el abandono del padre para formar otra familia, dejando un vacío que lo llena de rencor. El protagonista desea explotar.
Sin duda, una de las bondades que expone la novela es el escape que proporciona la ficción. El escritor, con su rabia y rechazo de no pertenecer a los patrones de consumo, va transformando esas sensaciones en cuentos: las degradaciones sociales y culturales que se ocultan. Las temáticas expuestas se disfrutan como ese velo que no se desea correr: el cultismo pop, la pornografía, asesinatos, violaciones, incestos entre hermanos, homofobia. La expulsión de lo vivido vaciándose hacia una sociedad violenta y enferma.
La obligación de hacer clases a ingenieros comerciales tarados, la organización de encuentros con “tipos indeseables que hablan pura mierda”, la incapacidad de no poder alejarse de la literatura y el odio-amor, acompañan e invitan a compartir lo inevitable del fracaso. La permanente sensación de rechazo se distribuye tanto en la infancia –con los rugbistas en el colegio como iconos de éxito- como en su actualidad de gestor cultural, con poetas que lanzan ríos de pelambres por sus bocas. En pocas palabras, la novela trasciende y desemboca en la soledad del individuo en la sociedad, que podría ser cualquiera, o mejor dicho lo somos todos, atrapados en la soledad de la incomunicación, el no ser lo que se espera uno.
Daniel Rojas Pachas incluye toda esta complejidad desde un lugar tan alejado como el extremo del país. Invocando, gritando, expulsando que esas líneas fronterizas enfrentadas con otros países, como explicaba al principio, deberían crear, y lo hacen en él, una situación donde la escritura vaya mezclando distintas voces y soportes. Una escritura que inevitablemente rompe con la linealidad de lo clásico, porque la experiencia, su experiencia, va saltando por distintos espacios geográficos y temporales otorgados por La Historia y su historia.