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«Ha llegado carta»: sobre «Manual para tartamudos», de Gonzalo León

Por Joaquín Escobar*

Publicado en «El policlínico de los libros», La Estrella de Valparaíso, 10.01.2018

 

LA ESTRELLA_10012017Un chileno redacta cartas desde Buenos Aires a un destinatario -tal vez imaginario- que nunca es capaz de responderle. Le narra su cotidianidad como consumidor de supermercados chinos, los trayectos por una ciudad que le resulta ajena y los encuentros sexuales con una mujer a la que denomina “la loca del barrio”. Las misivas se multiplican y las contestaciones no llegan. De esto se trata “Manual para tartamudos”, el último libro de Gonzalo León, publicado por Narrativa Punto Aparte.
Ilustrado en su portada con el acrílico “Sorpresa en la calle”, del chileno Jorge Carrillo, el libro se posiciona como un escrito novedoso y arriesgado, que huye de la literatura de los niños durante la dictadura que se ha apropiado de las plumas de los escritores chilenos en los últimos años.
Las cartas enviadas están narradas con delirio y exageración. Son monólogos obsesivos que intentan dar cuenta de estados anímicos, construcciones urbanas y figuras imaginarias. El narrador se pasa tardes completas observando los inexistentes libros que supuestamente están ordenados en su biblioteca, mientras que en sus paseos por las inmediaciones del Congreso se encuentra con una manifestación de sordos que exigen libertad.
La figura de lo delirante es el esqueleto de cada una de las misivas, y si bien es cierto que un texto donde abunden los desvaríos puede resultar intragable por las alucinaciones mismas, “Manual para tartamudos” funciona como un epistolario autobiográfico en donde no existe un abuso de lo febril, pues todo se enmarca en el contexto de un personaje que habita una incesante búsqueda interior vinculada a una acción que realizó en el pasado. Sigue leyendo

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Un exilio sentimental

Por Damián Ríos*

portada-manual-para-tartamudosVamos a empezar y terminar citando la novela, porque la cita es el modo más modesto de la crítica, y también el modo más ambicioso, y ambición y modestia no le faltan a Manual para tartamudos:

“24 de diciembre de 2011

Mi muy entrañable:

Estoy intentando instaurar un modo de pensar basado en 1) la observación naturalista 2) la intuición como moral 3) el desprejuicio estético 4) la irrelevancia absoluta de los sentimientos del otro 5) el más estricto apego al mandamiento de amar al prójimo 6) la destrucción de los preceptos anteriores 7) la construcción de nuevos paradigmas 8) el uso en el lenguaje de palabras o expresiones que denoten incertezas, como “al parecer”, “creo que” o “imagino tal vez” 9) la primacía de la fe en el individuo 10) el fin de cualquier tipo de conclusiones, inclusive ésta”.

Manual para tartamudos es una novela epistolar, y aunque cumple con todos los requisitos del género, la definición no le hace justicia. Mejor podríamos decir que Manual para tartamudos es una novela que también es epistolar, que se inscribe en esa tradición de un modo moderno, actual, sin ironías, pero que tampoco eso es toda la novela. Hecha de una prosa rítmica, elegante, con una sintaxis perfecta, con chispazos de humor y buenas descripciones y retratos, que se llevan muy bien con el tono de la novela, y con la trama, que incluye a un remitente chileno en Buenos Aires, una emigración o un exilio, un corresponsal chileno que no contesta las cartas y un editor que ordena el material e introduce notas al pie con comentarios que lo hacen un personaje más, e incluso una ciudad, Buenos Aires, que además de paisaje también funciona con los dispositivos de un personaje más. Sigue leyendo

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Manual azaroso de Gonzalo León

Por Antonio J. Salgado. Publicado en Punto Final, abril de 2017

18-873Aparece un libro de Gonzalo León editado en  Chile.  El  autor  vive  hace  más  de  diez años  en  Buenos Aires. Es también periodista y columnista de Punto Final. Ha publicado más en Argentina que acá. A fines del año pasado decidió publicar una novela compleja, con argumento notable. Se titula “Manual para tartamudos” (Narrativa Punto Aparte, 128 págs., Valparaíso).

Es un trozo de la vida de un chileno considerado loco por muchos que, instalado en Buenos Aires, decide  escribir a uno de sus amigos una carta diaria. Lo que también tiene sentido si vemos las cartas en plena decadencia, hoy sustituidas por la comunicación electrónica.

Las cartas van en una sola dirección. Es como un monólogo maniático en que los  destinarios  guardan  silencio, mientras repasan los  recuerdos que consigna a su gusto la contraparte  activa,  mezclándolos con comentarios de actualidad, descripciones y el pulso de Buenos Aires mientras despliega también fantasías que no eluden amores, penurias y referencias al dinero que supuestamente adeuda a quien alguna vez lo ayudó. Cada cierto tiempo, la corriente epistolar es alterada por algún “cruce” que precisa o enriquece el tema central. Sigue leyendo

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Las dificultades del tartamudo para llegar al punto final

Por Betina Keizman*

portada-manual-para-tartamudosNunca sabremos hasta qué grado todos los libros están ligados a la experiencia. No es un vínculo que viva solamente en clave de realismo, tampoco es que la experiencia sea una fuente más o menos bizarra de anecdotarios múltiples, aunque a veces, ese sea el caso. Los escritores somos buenos vampiros. Siempre se nota cuando un libro sigue el trazo de una experiencia vital. Hay una desprolijidad que el buen lector reconoce, se me hace que es como las asperezas en un mueble de madera, cuando adivinamos que en esa arista o en esa cuña,  el artesano estaba enojado, o triste, o iracundo, perplejo o simplemente entusiasta. Ese vínculo con la experiencia se reconoce en este manual para tartamudos de Gonzalo León. Sabemos que Gonzalo vive desde hace varios años en Buenos Aires, y la experiencia de migrante está en su libro, pero no solamente en la curiosidad y desvarío por la nueva ciudad, creo que también hay una migración enlazada a la literatura, a nutrirse de un mundo literario que es el de cierto circuito porteño, amigo del juego de las atribuciones múltiples o de un realismo delirante, que Gonzalo agregó a una mirada suya, anterior, de cronista insolente. Es riesgoso pensar en términos de qué es lo que uno recibe de un nueva ciudad, qué es lo que traemos con nosotros, qué puede nacer de esa mixtura, o de ese monstruo de cinco cabezas. En cualquier caso, se trata de una ganancia de vida cada vez más contemporánea, porque somos muchos los que hemos vivido de modo permanente o transitorio, en las estancias de escritura, tan de moda, por ejemplo, ese intercambio que está en conocer lo otro y medir lo propio.

Tal vez sea una experiencia de tartamudos. El modo en que el tartamudo lucha para expulsar las palabras, para escupir un significado  es una experiencia física. Es la palabra contra la lengua, contra la garganta, algo áspero que juega en contra porque el pensamiento va más rápido y el cuerpo no le sigue el trote. Se resiste, a contracorriente de un acto que tiene mucho de compulsión, la urgencia de calibrar un disgusto, una sorpresa o una felicidad. Gonzalo a veces tartamudea, y también en este punto está el guiño de la autoficción. ¿Cómo protestan los sordos? eso se pregunta en un momento, frente a una manifestación de sordos, el chileno loco que en Manual para tartamudos escribe sus cartas desde un buenos Aires que de a ratos se le hace inhóspita, pero que también le ofrece el mejor combustible de la vida y de la escritura: la extrañeza, la inconsistencia de lo cotidiano que se escapa, en definitiva, la pasión. Sigue leyendo

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El titubeo que fractura la realidad

Por Catalina Porzio*

portada-manual-para-tartamudosNo conozco a Gonzalo León más que por nuestra “amistad” en Facebook y por algunas referencias de amigos en común. De ahí que sepa algunos datos biográficos mínimos como que es chileno y lleva un buen tiempo viviendo en Buenos Aires. Por la misma vía he leído comentarios (o posteos) suyos que tratan de la emigración y de las relaciones que ha mantenido con chilenos y argentinos, tanto allá como acá. Pienso en la dedicatoria con la que abre su novela: “A los de aquí y los de allá”. Esa frase, que establece una distancia no solo territorial, me parece un signo de su propia condición que atraviesa todo el libro.

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Manual para tartamudos, el título de la novela de Gonzalo León, es también el nombre de un archivo desconocido que aparece inesperadamente en la pantalla de un computador cuando uno de los personajes está buscando el registro de una serie de cartas que se suponen guardadas allí y han desaparecido. La imagen de ese archivo, con ese nombre, que el emisor de las cartas ni siquiera se interesa en abrir, parece el rechazo a la posibilidad de encontrar una guía que “salve” un problema de comunicación: el titubeo que fractura la realidad.

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Como enuncié al comienzo, el tema que identifica esta novela epistolar es la extranjería, o la emigración voluntaria e involuntaria. Tres personajes o voces paralelas se van intercalando (a modo de interrupciones o “cruces”, como los llama León) a lo largo del libro con la marca de un cambio tipográfico que distingue, visualmente, al menos dos de las voces protagónicas. Sigue leyendo

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