Por Jonnathan Opazo. Publicado en Loqueleimos.com
Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017) es la primera novela de Joaquín Escobar, escritor, sociólogo y crítico en medios digitales. En los doce relatos que componen el volumen, el autor traza un panorama lleno de personajes delirantes en situaciones caóticas: izquierdistas de viejo cuño, universitarios pendencieros y alucinados en revoluciones imposibles, académicos dipsómanos a la deriva, huérfanos bisexuales lectores de Arlt y Puig. Perdedores radicales, siguiendo una idea de Enzensberger: Escobar narra vidas perdidas, donde las conversaciones sobre fútbol, política y literatura son un elemento gravitante, un dique de contención en algunos relatos; en otros, el detonante de los conflictos. Acá conversamos un poco sobre la construcción de los relatos, sus influencias a la hora de escribir y su diagnóstico sobre la sociedad chilena que Se vende humo intenta trasuntar a través de estos cuentos.
En Se vende humo la mayoría de los personajes viven a la deriva. Son, digámoslo así, parias que en esa marginalidad buscan salidas radicales u operan por móviles delirantes —dos huérfanos que buscan una camiseta que usó Manuel Rojas—. ¿Escribiste los relatos con una estructura o plan previo?
No, no hubo un plan previo: la mayoría de los textos se fueron escribiendo en el momento. Partía de una idea concreta, pero lo que venía después no estaba planificado. Muchas veces, después de escribir una idea general, tuve el Word en blanco. Me parece que en los textos que tienen un plan trazado con anterioridad, el delirio se posterga, no hay un pasadizo al desorden y salen escritos sumamente apegados a la realidad. Mi idea del delirio –entre otras cosas- es la de gambetear al lector. Que no fueran cuentos predecibles donde se tuviera una noción de lo que vendría, por el contrario, la improvisación es quebrar una membrana literaria. En el cuento “La tres de Manuel Rojas”, sólo tenía la idea de un partido de fútbol entre escritores chilenos y argentinos, nada más. Lo que vino después (coleccionistas de poleras, ex colonos alemanes, la cancha de Banfield, el tipo que desvirgó a Ingrid Olderock) fue improvisación, una edificación sobre la marcha.
Y sí, los de Se vende humo son personajes que viven a la deriva. En las palabras de Vila-Matas, serían exploradores de abismos. Son distintos los motivos: falta de referentes políticos, desamores brutales, lecturas mal entendidas De igual forma no entendamos su delirio como algo tan anexo a lo que sucede en Chile. Evidentemente hay escenas febriles como habitar una temporada en el estómago de una mujer, sin embargo, nuestra cotidianeidad también está plagada de cosas bestiales que deberían escapar a cualquier raciocinio. Que el metro cueste setecientos pesos es un delirio. Que a una mujer le hayan sacado los ojos es un delirio. Que la DC pida dejar en libertad a los violadores de derechos humanos por razones humanitarias es un delirio. Que al gobierno de Nicolás Maduro le suceda lo mismo que le hicieron los momios a la UP es un delirio. Sigue leyendo →