Por Rodrigo Hidalgo. Publicado en El Guillatún
Antes de entrar al detalle de cada uno de estos libros, me detendré brevemente en la singularidad del que me parece un muy positivo síntoma de apertura de fronteras. Me refiero al hecho de que las pequeñas editoriales independientes estén publicando a autores extranjeros. En esta misma columna ya me he referido con anterioridad a un par de escritoras que han publicado en Chile siendo que para el lector promedio deben resultar perfectas desconocidas: la boliviana Liliana Colanzi y la nicaragüense María del Carmen Pérez Cuadra. El lector me disculpará que ahonde en esto, pero me parece sumamente relevante.
¿Por qué una editorial debería interesarse en publicar a escritores extranjeros que ni siquiera en sus propios países son grito y plata? Estamos hablando de una industria, de un mercado, y es comprensible que ningún editor, que arriesga e invierte capital, quiera salir perdiendo, ¿no? Entonces según los axiomas básicos del emprendedor neoliberal, un editor con buen ojo, un buen editor, vendría a ser uno que prefiera siempre «sandías caladas». Los autores extranjeros que usted conoce, por ejemplo las famosas E.L. James y sus 50 sombras de Grey, la saga de J.K. Rowling (Harry Potter) o la de Stephenie Meyer (Crepúsculo), todas ellas son traídas a Chile por consorcios editoriales internacionales. Pero cualquier editor chileno, habida cuenta de los bajos índices de lectura, del IVA que encarece aún más el acceso al libro, y etc. etc. debería pensarlo dos, tres y hasta diez veces antes de arriesgarse y publicar a cualquier escritor que no sea medianamente conocido, sea del país que sea. Claro que si el autor es chileno por último tendrá familia y amigos para que compren su libro. Pero si es extranjero no hay ni eso. LOM hace unos años ya que corrió el riesgo publicando a la antillana Jamaica Kincaid. Ojo que hablamos de una Señora Escritora, con varios premios internacionales de peso a su haber. ¿Y? ¿Habrá agotado LOM esas ediciones? Con dolor lo digo: lo dudo. Jamaica Kincaid es excelente, tremenda, impresionante. Si puede, vaya y compre lo que encuentre de ella en LOM, me lo va a agradecer. Pero lo que me interesa que visualice, estimado lector, es el funcionamiento de este sistema de circuitos. Temerosos de perder plata, los sellos editoriales sacan cuentas y si publican a un autor, más vale que se conozca masivamente en el país en que se distribuirá su libro, que tenga asegurada una determinada venta. En ese sentido acaso Isabel Allende sea la única escritora chilena que tiene distribución en todo el mundo, porque su literatura se vende como «el último éxito de». Pero lo desafío: vaya a Perú o a Bolivia y trate de encontrar un libro de Alejandro Zambra o de Álvaro Bisama. Porque publicar con un sello grande, con una transnacional como Anagrama o Random House-Mondadori, en realidad es publicar con la sucursal chilena de cada casa. No es sinónimo automático de internacionalización, para perjuicio y lamento de los escritores, obviamente. ¿Ha leído usted a algún escritor paraguayo actual, o conoce a alguno de los jóvenes que están siendo publicados por Alfaguara-Colombia, por ejemplo? ¿Sabe usted quién es Daniel Alarcón? Esos autores y sus libros, no llegan a Chile, porque las editoriales grandes saben que en Chile apenas se lee, que el mercado es ínfimo. Entonces, ¿por qué una editorial, chica e independiente más encima, corre el riesgo de publicar en este país de tan pocos lectores, a escritores extranjeros que ni siquiera tienen cartel de fama acreditada? Le digo por qué y con esto dejo de dar la lata: porque no venden sandías caladas, ni «el último éxito de», no buscan consumidores. Venden libros, buscan lectores. Y un lector, mientras más lee, más quiere leer, sea de donde sea el autor. Curiosidad intelectual se llama. Y como dice el adagio, eso no tiene precio. Sigue leyendo →