Reflexiones sobre los libros “Piel de Gallina”, de Claudio Maldonado, y “Namazu”, de Rodrigo Ramos Bañados.
Por Rodrigo Hidalgo. Publicado en Revista Réplica.
Hace algunos años en Tongoy, la casa de veraneo que arrendábamos fue asediada todas las tardes por una bandada de gallinazos. Los jotes (llegué a contar 12) se posaban en las ramas de los siete árboles que llenaban el patio de la casa de enfrente (¿eucaliptos?), curvaban sus ramas, y configurando un siniestro horizonte de siluetas negras recortadas en la puesta de sol, nos contemplaban como esperando la hora del último estertor.
Me ha venido a la mente ese recuerdo personal tras la lectura de estos dos buitres. Perdón, libros. Pajarracos de latitudes tan distintas y que pertenecen sin embargo a una misma taxonomía. Y como ya otros se han referido a ambos libros, intentaré no pisar las mismas baldosas (*).
En el delirio en que cae el profesor Lizardo, las aves carroñeras podrían tener significados lacanianos, freudianos y hasta foucaultianos; o bien ser sus Virgilios, su Némesis, sus Magdalenas. Estamos en la alucinación de un tipo que se está muriendo con la resignada mediocridad de un jubilado de plaza, y lo queClaudio Maldonado propone a partir de ahí -poniéndonos la piel de gallina con escenas surrealistas que buscan deliberadamente la repulsión o el desasosiego-, es una metáfora amplia de la condición actual del ser humano, sometido y rebajado, y que para más remate es el vivo o muerto ejemplo del ejercicio docente en decadencia que padecemos como país (o como mundo) desde hace un modesto par de décadas, por lo menos. Patéticos instructores de pollos que ni para Jirafales califican. Como para largar una risotada negra exclamando ¡pobre infeliz! tras mirarnos en el espejo. Sigue leyendo



